domingo, 15 de julio de 2012

Un dia de soledad

Estar en casa, sentada en un escalón de las inmensas escaleras, me enciendo un cigarro y pienso. Pienso en que cojones puedo hacer el día de mañana, en que tengo 17 años una situación familiar pésima y aun así me da miedo lanzarme a la aventura de encontrar un trabajo, un piso, dinero, comida, ropa, salir, entrar, son tantas cosas y me da miedo aunque sufra tanto aquí metida. Soy una fracasada que se rinde antes de empezar, que llora antes de que ocurra el suceso, que se encoje como si de una mota de polvo se tratase ante los problemas. ¿Que debo hacer?, si no he empezado y ya me he rendido, he caído sobre el charco de barro, he tirado la toalla, desisto, me hundiré en el abismo, NO . Mis pensamientos dan un vuelco, me rebelo hacia mi misma en un acto de rebeldía. Simplemente quiero ser feliz o simplemente vivir en paz, sin peleas, en un ambiente tranquilo y sosegado en un sitio que puede que por fuera sea feo y tosco, pero al entrar dentro se sienta cálido y acogedor, que entre a casa y el único que me espere moviendo de un lado a otro su peludita colita y con la correa en la boca sea mi perro, me mire con sus ojos azules, con los que transmite más que 1000 palabras y sacarlo a pasear.

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